lunes, 8 de junio de 2015

El primer día del resto de su vida



Le mira como si de un esperpento se tratase. Aún no se cree lo que acaba de pasar. 


En las paredes del cuarto rebotan pensamientos agrupados. Recuerda como lloró en cada una de las esquinas de esa habitación. Todos sus momentos agrupados.  La silla donde escribió un poema pensando en él. La esquina donde pensó que él estaba con otra. El ordenador donde pasaban horas escribiéndose. La ventana por la que soñaba a la luz de las estrellas con su cara. El dibujo que le dedicó en sexto de primaria. La pared en la que se apoyó al recibir su primer mensaje.


La cama donde tantas noches al acostarse se había imaginado durmiendo a su lado. Esa cama. Esa cama donde ahora él descansaba plácidamente. Esa cama donde por  primera vez la hizo suya. Esa cama donde acarició todo su cuerpo con la palma de sus manos. Esa cama que se había vuelto su lugar favorito del mundo. Dónde podía refugiarse entre sus brazos. Fundirse en un solo ser con el hombre de su vida.


Ahora el descansaba allí. Con cautela, se levantó para no despertarle y le dio un suave beso en los labios. Aquellos que horas antes solo podía soñar con tocar. 

Lo sabía, lo notaba en el interior de su estómago, la sensación le abrumaba desde el centro de su cuerpo, acrecentándose por cada parte de su piel. Hoy acaba de comenzar el primer día del resto de su vida. 

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